lunes, 22 de septiembre de 2008

Beth... brillando en la noche



Conocimos a Beth cerca de Londres, en un pueblo cercano llamado Kingston upon Thames... es una camarera "freelance" en un pub junto al río llamado "El Pato dorado del Rey" o algo así... seguramente es un juego de palabras que solo los lugareños entienden.

Cómo no, fue Augusto quien la vió, ofreciendo cócteles exóticos en probetas de laboratorio entre la concurrencia un sábado por la noche. Es una ocupación que está entre el hobby y la necesidad de financiarse la carrera de psicología. Por una "pound" puedes obtener de Beth una probeta misteriosa, con cócteles clásicos como el Manhattan, el Gimlet, el Dry Martini, el Sex in the beach... y algunos más de su invención...

Después del habitual juego de miradas, sonrisas, encuentros y desencuentros, acabamos no se cómo, los más empedernidos diletantes sentados alrededor de una mesa con las recetas y las botellas, dispuestos a crear el cóctel definitivo o a sacrificar nuestra lucidez en el intento. Aquella noche tuvo un poco de todo, risas, movimiento, algo de tensión, sexo oral entre Kimberly y Augusto .... y un chispazo de complicidad entre Beth y yo.

Nos dieron las tantas hablando de lo humano y lo divino, entre cócteles frustrados, mezclas sublimes pero imposibles de repetir, humo y sustancias... Ya de día, salíamos del pub, con paso titubeante, estómagos hambrientos y lenguas de trapo.

Con el Sol naciendo, la cabellera escarlata de Beth, descuidadamente rizada brillaba iluminando toda la calle. Una esquina, una duda sobre qué dirección tomar, un gesto amable y nuestras caras pecosas se fundieron en una sola. Ignoro el tiempo que pasó, estuvimos horas y horas en su casa, disfrutando de nuestra mutua compañía, dormitando a ratos...sin ventanas abiertas, el tiempo no tiene sentido. Recuerdo que me sorprendió que fuera de noche cuando salí a por tabaco al coche. El viento fresco del inicio del Otoño inglés es reconocible y peculiar. Pasamos juntos hasta el martes con nuestros ratos, nuestras cabezadas; con esas pequeñas locuras que deben quedar en la intimidad y que, ahora mismo, me vuelven a erizar la piel, a acelerar el pulso...

Desde el primer momento, la comunicación fue fluida, alegre, distendida. En aquellos dias, nos relatamos nuestras vidas, andanzas, ambiciones, fracasos... nuestro peculiar balance y la perplejidad que nos crea el observar el "hasta aqui hemos llegado"... y no sabemos cómo.
He pasado mucho tiempo con otras mujeres, otras relaciones más o menos estables. He vivido como me ha parecido, como le ha parecido a los demás, dentro y fuera de las convenciones... todas son parte de mi mismo.... pero con Beth bastó una mirada para comenzar nuestra aventura, dos sonrisas fueron nuestro pacto mundano. Puede que no hablemos en meses, no nos vemos todos los años, nuestros encuentros son normalmente cafés en plazas monumentales o almuerzos en aeropuertos... y que?

La semana pasada me llamó. Le ha puesto mi nombre a su segundo hijo. Le dije que no merecía tal honor, pero no hubo manera de sacarle la idea de la cabeza... dicen que así son las escocesas, ¿no? ... muchas personas han sido mucho más para mi en esta vida; más cercanas, más influyentes, más queridas, más intensas... pero puedo decir que no pasa una semana en que no tenga esos 5 minutos mirando al horizonte nocturno, al campo de estrellas, pensando en ella y deseandole lo mejor.

Con poca gente soy capaz de conectar tan profundamente en apenas unos segundos... de mantenernos en contacto solo con unas miradas.... cuando estemos tomando un café, recorriendo algún castillo, rodeando la catredal o callejeando sin rumbo, compartiendo un estofado de patatas o una cena griega, unas cervecitas verdes y unos calamares en un bar de pueblo... en cualquiera de esas situaciones, cuando te mire al fondo de los ojos, con esa media sonrisa... sencillamente estoy llamando a tu puerta, estoy deseando ser tu amigo y encontrar ese punto de encuentro donde nos conozcamos, no haga falta más que tu y yo... y que el resto del mundo... sea mera anécdota. Realmente, el valor de los momentos lo da con quien estés y cómo le hagas sentir... el resto: lugar, circunstancia, complementos, horarios.... no son más que adornos que al final hay que desechar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta tu manera de expresarte, eres auténtico, algo que por estos tiempos no es una práctica habitual, pero más aún se percibe ese toque mágico que transmite emociones.

Buen Bodeguero dijo...

Gracias, eso es que me lees con buenos ojos. A veces ocurre que queremos adornar algo que es bello precisamente por su sencillez... y no funciona.

Anónimo dijo...

Admirable!!.. escribes desde las entrañas!! y eso, al margen de que se comparta o no tu visión de las cosas, transmite sentimientos y emociones con tal fuerza que conmueve... por exigente que sea el lector, no le queda lugar para la indiferencia.
Chapeau bodeguero!!
ah, disculpa que aparezca como anónima... por extraño que parezca, acabo de descubrir el “universo-blogg”...así que provisionalmente adoptaré el nick: sin aditivos